EL MERCADO DEL ARTE EN LA PRIMERA MITAD DE 2025: ENTRE EXPECTATIVAS E INCERTIDUMBRES
El cierre de 2024 y el arranque de 2025 estuvieron marcados por una euforia palpable en el mercado del arte, especialmente en Miami durante la semana de ferias de diciembre. El reciente resultado de las elecciones estadounidenses y el regreso de Donald Trump a la presidencia generaron inicialmente un optimismo entre coleccionistas y profesionales del sector. Se esperaba que la nueva administración impulsara la liquidez en el mercado estadounidense, con efectos positivos sobre el mercado del arte a nivel global. Sin embargo, tras el primer trimestre del año, el panorama se ha revelado mucho más incierto.

Uno de los factores más preocupantes ha sido el regreso del debate sobre las tarifas arancelarias, un tema que ya había generado inquietud durante el primer mandato de Trump. Esta vez, el problema no radica solo en las tarifas en sí, sino en la falta de claridad respecto a su alcance, duración y aplicación. En febrero, por ejemplo, se anunció una tarifa del 25 % sobre importaciones desde México apenas días antes del inicio de Zona Maco, para luego retirarla y reintroducirla más adelante.
Actualmente, se han impuesto nuevas tarifas, aunque aún no está claro cómo afectarán directamente al sector artístico. Si bien la pintura y el dibujo podrían quedar exentos, la escultura en acero podría verse perjudicada debido a su vínculo con la industria pesada. Sin embargo, no se trata solo de la categoría de la obra, sino también de su origen geográfico. Durante la primera administración de Trump se impuso un arancel del 25% a todos los productos fabricados en China —no solo a los creados recientemente, sino también a objetos antiguos. Por ejemplo, un jarrón de porcelana realizado hace 400 años en China, aunque haya permanecido durante los últimos cien años en una colección privada en Francia y no tenga ninguna conexión reciente con China, podría igualmente estar sujeto al arancel. Esta incertidumbre tiene un efecto directo en todos los mercados, incluido el del arte. Y dado que Estados Unidos representa aproximadamente la mitad del mercado global, cualquier movimiento allí repercute internacionalmente.
En cuanto al mercado secundario, los resultados de las subastas de febrero en Londres confirmaron una tendencia que ya se venía observando: los lotes de alto valor —las llamadas obras “trofeo”— son los que más están sufriendo. En un contexto de volatilidad, solo aquellos vendedores que se ven obligados a vender (por disolución de herencias, deudas o divorcios) se animan a consignar sus obras. El resto prefiere esperar a tiempos más favorables. En consecuencia, no estamos ante un problema de falta de demanda, sino de escasez de oferta.
Eso sí, la demanda también ha cambiado: los compradores siguen presentes, pero se muestran más cautos, exigentes y estratégicos. Quieren calidad, pero a un precio ajustado. Saben que el mercado se ha enfriado y buscan oportunidades. Esta actitud es especialmente visible en el segmento alto (por encima de los 5 millones de dólares), mientras que en la franja media y baja del mercado el volumen se ha mantenido relativamente estable, aunque con precios a la baja, especialmente en subasta. En galería, las correcciones de precio son más difíciles de calibrar, pero también se percibe una mayor contención.
Esta corrección se nota aún más en la franja denominada “ultra-contemporáneo”, es decir, aquellos artistas nacidos a partir de 1975. En este segmento, la corrección ha sido mucho más pronunciada: la burbuja ha estallado y los precios se sitúan entre un 30 y un 70 % por debajo del pico alcanzado entre 2020 y 2022. Por ello, en esta franja hay oportunidades muy atractivas para quienes se decidan a comprar. Sin embargo, el riesgo sigue siendo elevado, ya que muchos de estos artistas aún no cuentan con una trayectoria consolidada. Solo un pequeño grupo ha logrado mantenerse: aquellos que cuentan con un sólido reconocimiento crítico, representación institucional y, en muchos casos, el respaldo de galerías de gran peso. En realidad, solo los artistas que reúnen todos estos elementos han sobrevivido al ajuste. Las modas han pasado; lo que se valora ahora es una narrativa a largo plazo.
Marzo estuvo marcado por la semana del arte en Hong Kong, con Art Basel y, por primera vez, las tres grandes casas de subastas —Sotheby’s, Christie’s y Phillips— celebrando ventas simultáneamente. Esto fue posible gracias a la apertura de sus propios espacios, lo que les permite organizar exhibiciones y subastas sin depender del Centro de Convenciones. Los resultados de esta semana son clave para tomar el pulso al mercado asiático. Aunque la información que llega desde Art Basel Hong Kong es siempre parcial —filtrada por las galerías que destacan solo lo que les conviene— se percibe una tendencia: las grandes galerías internacionales reportan buenas ventas, muchas de ellas ya cerradas o reservadas con antelación. Esto plantea una pregunta legítima: ¿hasta qué punto estos resultados reflejan la realidad del mercado y no son simplemente una estrategia de marketing repetida feria tras feria?
Que las obras estén prácticamente vendidas antes de abrir la feria refuerza la idea de que la feria funciona cada vez más como una plataforma de visibilidad y posicionamiento, más que como un lugar de transacción. En contraste, las galerías más pequeñas han enfrentado mayores dificultades para cerrar ventas, aunque el segmento de precios entre $50,000 y $100,000 ha mostrado algo más de actividad. Como resume Wendy Xu, directora de White Cube Asia: “Antes compraban dos, tres o incluso cuatro obras. Ahora solo quieren una, y quieren asegurarse de que sea la de mejor calidad”.
En el ámbito de las subastas, los resultados en Hong Kong fueron similares a los de Londres: catálogos más reducidos, escasez de obras trofeo y una marcada prudencia por parte de los vendedores. Los compradores, aunque activos, se centran en obras seguras, con fuerte demanda por artistas blue chip. Esto se tradujo en altos porcentajes de venta —por encima del 90%— pero en un contexto de caída general del volumen total, que alcanzó su nivel más bajo en cinco años. Sin embargo, el ajuste de precios a niveles más realistas permitió un desempeño ligeramente mejor de lo esperado y señales incipientes de recuperación, con interés repartido en distintos tramos del mercado, aunque aún con una actitud cautelosa incluso entre los coleccionistas de mayor poder adquisitivo.
Otra feria clave en marzo fue TEFAF Maastricht, dedicada a obras que abarcan desde la antigüedad hasta la actualidad, y celebrada pocos días antes de la semana del arte en Hong Kong. Este año, el ambiente fue notablemente positivo, con muchas galerías reportando buenas ventas. Los galeristas atribuyen este dinamismo a un ajuste general de precios que ha creado puntos de acceso más accesibles para los compradores —especialmente en torno a los 100.000 dólares—, mientras que las ventas en los niveles más altos, como los 2 millones, siguen siendo más difíciles. También se observó un renovado interés por obras de arte antiguo y clásico —como pintura europea de los siglos XVI al XIX, escultura religiosa o mobiliario histórico— tras años de predominio del arte moderno y contemporáneo. La presencia institucional fue otro factor clave, con más de 500 museos invitados de todo el mundo, lo que contribuyó a reforzar el posicionamiento y la visibilidad de la feria.
En definitiva, el primer trimestre de 2025 ha evidenciado la brecha entre expectativas y realidades, pero también la capacidad del mercado para responder con rapidez. El ajuste de precios a niveles más acordes con la demanda ha sido un factor clave para mantener el dinamismo en ciertos segmentos. De cara a los próximos meses, será fundamental observar si esta tendencia contribuye a restablecer la confianza y permite al mercado adaptarse a un contexto económico y político cada vez más incierto.