COLECCIONISMO

Arturo F. Mosquera

COLECCIONISMO

El crecimiento y la consideración creciente del arte latinoamericano mucho le debe al coleccionismo. Gracias a los coleccionistas que se han especializado en reunir obras de artistas latinoamericanos contemporáneos, el mercado de arte se está desarrollando con gran empuje y celeridad.

Por todo el continente hallamos coleccionistas, por lo general jóvenes y de mediana edad que centran su interés en los artistas de América Latina. Es, probablemente una cuestión de idiosincracia, que halla en ellos una manifestación de identidades compartidas. Es como si se sintieran reflejados y expresados por esos artistas, considerados astillas de un mismo palo, con creencias, sí­mbolos y percepciones compartidas.

Para los creadores constituye un verdadero estí­mulo, al saberse reconocidos por un público propio. Como este coleccionismo se extiende cada dí­a más, da lugar a un crecimiento acelerado del mercado de arte latinoamericano.
El testimonio directo de algunos de estos coleccionistas lo hallamos en las páginas que siguen.

¿Qué lo motiva a Ud. a coleccionar arte latinoamericano?

La sensibilidad inicial hacia las bellas artes provino de mi exposición a temprana edad a la creatividad artí­stica de mi tí­o, Tiburcio Lorenzo, en el taller de éste en mi ciudad natal de Pinar del Rí­o, Cuba.

Estudios subsiguientes en forma de cursos de humanidades, historia del arte y arte a nivel secundario y universitario incrementaron mi capacidad de apreciación. Sin embargo, fue un encuentro con un compañero de secundaria, el señor Ricardo Pau Llosa, poeta y crí­tico de arte, lo que resultó ser crucial en mi determinación, en 1989, de comenzar a coleccionar arte seriamente. Pau Llosa ofició de mentor y aprobó cada adquisición durante los primeros cinco años. No obstante, todaví­a tenemos frecuentes discusiones y él continúa siendo una fuerza directriz.

¿Bajo qué criterio armó su colección?

Mi vinculación con el arte contemporáneo latinoamericano tiene mucho que ver con nuestra rica cultura y patrimonio. Comencé coleccionando obras de artistas cubanos exiliados pero me interesó igualmente el trabajo de artistas originarios de otros paí­ses de Latinoamérica, especialmente el de aquéllos que emigraron y se establecieron en South Florida o que expusieron allí­ sus obras. Los magní­ficos artistas que viven en nuestra comunidad constituyeron un valioso acicate para coleccionar su obra. La interacción con los artistas ha incrementado mis conocimientos en este campo. Con muchos de ellos he entablado una estrecha amistad, lo que me proporciona una oportunidad única para ser testigo de sus manifestaciones creativas/artí­sticas.