La Berkeley Square Gallery de Londres presentará en Art Miami la obra de fuerte contenido social de esta artista argentina.
¿Cuáles son los temas que estás abordando actualmente en tu obra? ¿Qué aspectos de la realidad social te están inspirando?
A partir del año 2002 comencé a trabajar con la idea de transición. La inquietud se despertó por primera vez cuando estaba en Europa. Allí veía filas de gente para todo, para comprar, para pagar. No es una costumbre ajena a los argentinos, especialmente por lo que sucedió con la economía de los últimos años cuando la gente hacía filas larguísimas para poder recuperar sus ahorros, pero mi trabajo no tiene que ver con esto. Más bien es el concepto de la imposición de la espera de algo. Hay un movimiento lento ?a la espera de?, todos somos parte de una gran fila. Hay una acción que se retarda en una espera. Cuando estaba en París visité el Museé de la Decouverte, un museo de ciencias, y vi un experimento donde se demostraba que la energía no se corta, y ahí mismo lo vinculé con una cuestión social. En el cuerpo social se genera un lazo entre uno y otro individuo.
Es difícil materializar esa idea en un medio expresivo... Para poder transmitirlo lo que hice fue recopilar distintas imágenes de filas, de aquí y allá, de Europa, los Estados Unidos y la Argentina, pues en todos lados hay filas para algo. Hay registros hechos por mi cámara, pero muchos más hechos por las cámaras de otros. Me interesa particularmente la mirada del otro, porque precisamente la mayor parte de la información que nos llega es a través de la mirada del otro. Le preguntamos a los amigos qué vieron, leemos en los diarios lo que escribieron otros y vemos en la televisión lo que un camarógrafo captó con su mirada.
¿Creés que el tema que estás trabajando ahora se aleja un poco de aquellas muchedumbres enardecidas, de aquellas revueltas universales? Sigo trabajando con la gente, pero lo que cambia es la actitud. En aquellas imágenes había un hombre que estaba a punto de arrojar una piedra, por ejemplo, y se quedaba congelado en esa situación, también había una espera, a que se resuelva la acción. El que levantaba la mano no se quedaba así, sino que arrojaba la piedra, pero en mi obra eso quedaba en suspensión.
En tus últimos tránsitos por otros continentes pudiste apreciar de primera mano la creación de otros artistas. ¿Hubo algo que te haya interesado particularmente? El movimiento, viajar, te abre la cabeza. Uno tiende a ver lo que está relacionado con uno y a mí me interesa el compromiso, pero hay que reconocer que la función decorativa tiene un peso muy grande. También influye la mirada curatorial de la época que vivimos. Las dos últimas Documenta, en Kassel, o la última Bienal de Venecia son prueba de ello; hubo eventos urbanos y muchas manifestaciones de compromiso social.
¿Pensás que el arte puede ser un instrumento de transformación social? No. El arte puede servir para reflexionar, para sentir algunas cosas comprometidas con lo social. Es un modo de relacionarse con el mundo, establece una distancia histórica que permite otro punto de vista. El arte apela a una instancia ficcional, y la presentación de los hechos permite cierta distancia. En todo caso, el arte acompaña un proceso de transformación, y ocupa un lugar importante.
¿Cómo creés que el fenómeno de la globalización impacta en el arte? La globalización es un hecho a partir de la difusión de la información; desde el desarrollo de los mass media a partir de los 60, es prácticamente imposible estar al margen de la globalización de la información; no se discute, ocurre. Es como levantarse y desayunar, está incorporado a la vida cotidiana, en mayor o menor medida, pero está ahí. Entonces es muy difícil para un artista hoy no ser parte de ese movimiento; la construcción de su lenguaje esta plagado de todo esto.
¿Tu proyección como artista internacional modificó en algo tu forma de pensar o hacer arte? El movimiento de un país a otro te permite constatar cosas que pensás que son posibles. De hecho, uno tiene muchas más ideas de las que puede llevar a la práctica artística. Estando en Londres me enteré de la existencia de un artista que en 1993 hizo una obra que yo reconocí como mía; en el mismo año yo estaba trabajando con imágenes de bocas y en un catálogo vi lo mismo. Si no fuera por esa documentación hubiera dicho que era mi propia obra. Somos muchos los artistas que vamos en la misma dirección sin conocernos, pues mamamos la misma cosa. Antes, una situación como esta me perturbaba, ahora no me preocupa. Si alguien lo hizo o lo dijo, no es lo mismo que cuando lo digo yo, pues tiene que ver con mi propio desarrollo y con mi experiencia. Ahora pienso, si otro lo hizo...; fantástico!
Desde tu perspectiva, ¿creés que existe alguna tendencia dominante hoy en día? Hay muchas técnicas y un fuerte protagonismo del video y la fotografía; pero también una vuelta muy fuerte a la pintura. Por otro lado se abandonaron bastante las técnicas digitales, sé que en París de cada cinco casas dedicadas a estas técnicas ahora quedó en pie una sola. Y en cuanto a tendencias de pensamiento, como te decía antes, hay ciertas prácticas curatoriales que privilegian el compromiso social.
¿Te sentís heredera del conceptualismo político latinoamericano? Es difícil poder afirmarlo. Lo cierto es que cuando yo estaba en la universidad empecé a investigar sobre Tucumán Arde, y junto con un grupo de artistas llevamos adelante la primera investigación seria que se hizo sobre esto, un hecho artístico colectivo enfocado sobre una situación político social de una provincia. Yo necesitaba la referencia de los "maestros", y así sacamos a la luz esas prácticas; entonces todo tuvo otro sentido, la producción artística entendida e insertada en el contexto social. Creo que la palabra heredera es muy grande.
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