Aldo Severi
Hemos ido recorriendo vida y obra de Aldo Severi, en un intento de entrecar una semblanza de este genuino y personalísimo pintor argentino, que sólo se parece a sí mismo y desnuda sus amores, sus metejones, sus nostalgias, sus recuerdos, en cada una de las obras que concreta. Dijimos en 1989, presentando su obra en la Galería Palatina, que Severi no evoca, sino que invoca icónicamente el ayer y el hoy, por una honda necesidad expresiva, que a veces nuestra propia posición rnental ubica necesaria -o innecesariamente- en el pasado. Este mundo de Severi existió pero también existe por la prepotencia de su estro. Reitero aquella opinión, explica Horacio Enrique Gené Severi nos narra la historia de sus recuerdos; pero no se queda en eso. El es -sin pretenderlo, o a lo mejor sí- un juglar que, parado en una esquina de su memoria, tañe una misma cuerda, para relatarnos cada vez en forma distinta, los sucesos que han ido encadenando su existir. Gene concluye: Creo que para iniciar una crítica de Aldo Severi, pintor, debemos empezar diciendo que su obra es hija de una clasicidad que se expresa en cada caso con el lenguaje de su tiempo; como siempre hicieron los creadores que aspiraron a ser | contemporáneos de su propia historia y de su vivir, diciendo cosas y creando mundos que aspiran, por influencia de su personalidad y no porque los pretendlan hacer trascender con recursos sorprendentes, a esa inmortalidad que la obra de Severi tiene destinada. |