El Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, su Asociación de Amigos y la Fundación Pettoruti presentan un importante acontecimiento cultural: Exposición Retrospectiva del Maestro Emilio Pettoruti.
Más de cien obras representativas de cada uno de los períodos del artista nacido en La Plata ,Provincia de Buenos Aires, en 1892 y fallecido en París en 1971 provenientes de los Museos de Bellas Artes (Buenos Aires), Caraffa (Córdoba), Castagnino (Rosario), La Plata, Cancillería Argentina, Fundación Pettoruti y colecciones privadas.
Las artes plásticas argentinas y esto que digo no es un acto de vanidad sino un prurito de precisión histórica, empezaron a renovarse a partir de 1924...; con ella no se inicia la era en que se comienza a pintar de otro modo sino la era en que se comienza a ver de otro modo. Esta reflexión tomada de su libro Un pintor ante el espejo, recientemente traducido al inglés, relato de la trayectoria de una vida de trabajo y de lucha que el artista publicó en 1968, es importante para iniciar el recorrido de esta exposición cuya curaduría estuvo a cargo de Nelly Perazzo, miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.
Se ha evitado la narración lineal y /o cronológica para que el visitante se deje llevar por la atemporalidad de un artista trascendental cuya obra--si bien analizada en más de veinte libros, catálogos y publicaciones tanto de nuestro país como del exterior-merece continuar siendo investigada y también descubierta por las nuevas generaciones.
La muestra está articulada en núcleos de atención, un verdadero logro curatorial a cargo del Arquitecto Gustavo Vázquez Ocampo. De esta manera se puede comprender la unidad de pensamiento a lo largo de su vida, la calidad poética, el rechazo de todo efectismo, una obra construida con paz y con silencio, según el crítico francés Jacques Lassaigne y que invade al contemplador atento.
Y si de construcción se trata, es inevitable pensar que su técnica se emparenta con los artistas del Quattrocento. Pettoruti solía insistir en que éstos y los primitivos fueron sus maestros, de allí su rigor extremo, la armonía, una organización exacta y formal, una luminosidad corpórea, enceguecedora.
Fue precisamente en Florencia, adonde llegó en 1913 para proseguir sus estudios gracias a una beca del gobierno provincial, que tomó contacto con las vanguardias: Marinetti, Balla, Boccioni, Severini, Carrá, los popes del futurismo, un período esencial para el desarrollo de su visión estética.
Ya sean sus naturalezas muertas, una puesta de sol en la montaña, músicos, arlequines, el sol que penetra por la ventana y cae sobre los objetos hasta convertirse en un objeto más, una copa -tema que lo apasionaba por su simbología y que trató hasta lograr su total abstracción- revelan su mirada selectiva.
Pettoruti estuvo once años en el exterior. Volvemos a esa frase de 1924 cuando regresa a Buenos Aires junto a Xul Solar. Su exposición en la Galería Witcomb fue un verdadero escándalo, ya que como lo señala Perazzo, Buenos Aires continuaba prisionera del tema nacional en los paisajes y el costumbrismo.
El público se sintió agredido y fue Xul Solar el encargado de reivindicar al artista desde las páginas de Martín Fierro, una revista vanguardista en la que escribían los intelectuales más avanzados de la época, entre ellos, Marechal, Girondo, Borges.
Las obras realizadas a partir de su llegada están relacionadas con el cubismo, que conoció a través de los futuristas y también por su proximidad a Juan Gris. El retorno al orden, la claridad, una geometría que aúna la construcción y el color, caracterizan las obras significativas de un período que se extiende durante 28 años.
En 1930 fue nombrado Director del Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata, donde realizó una fecunda labor hasta su cesantía, decretada en 1947 por el gobierno peronista.
En 1952 parte a Europa nuevamente y en 1953 se instala en París. Enviaba puntualmente al crítico Jorge Feinsilber recortes de los artículos de los diarios -ahora amarillentos y que guardamos celosamente- de sus exposiciones en Europa, particularmente aquellos de 1964, cuarenta años después del célebre escándalo Witcomb.
Los títulos confirmaban el respeto de la crítica: Un Gran Pintor: Emilio Pettoruti en la Galería Charpentier, Pettoruti Redefine el Cubismo, El Monstruo Sagrado Argentino Que Crea Sus Mariposas Con Música.
El artista confesaba que éstas eran las que había visto en su juventud y su ritmo se debía a que a menudo escuchaba a sus admirados Beethoven y Bach. Como dato acerca de su obra se han registrado más de veinte títulos con alusiones musicales.
¿Pettoruti futurista?. ¿Pettoruti cubista?. Él señalaba que son teorías que un artista debe dominar para hacer una obra valedera.
La obra de su alta madurez comenzada antes de embarcarse para Europa, aros, pájaros, farfallas (mariposas), soles ovalados, es absolutamente original, formas con carácter de prismas, color transparente y fieles a la luminosidad mencionada, obras puras, simbólicas.
Esta muestra vuelve a enfatizar el significado de una pintura de alto contenido espiritual, una verdadera poética lumínica y, repetimos, un artista sin tiempo.
Coincidentemente con la muestra se presentó el libro Pettoruti, 300 páginas a color, con ensayos de Nelly Perazzo y Edward Sullivan, Profesor de la Universidad de Nueva York. Se actualiza así la visión crítica sobre la vida y estética de este artista erudito que participó en la notable confluencia de los aspectos literarios y artísticos del modernismo. Un artista que debe ser revalorizado, ya que no obstante una actuación internacional reconocida, y a pesar de contar, entre otros logros, el de haberse hecho acreedor a la Beca Guggenheim en 1956, y el que varios museos norteamericanos adquirieron sus obras -San Francisco, MOMA, St. Louis, Kansas, Portland, Seattle-, en las dos últimas décadas tuvo poca visibilidad en exposiciones relativas al arte latinoamericano que se realizaron en el circuito internacional. Mario H. Gradowwcyk se refiere a Pettoruti como artista y escritor y Patricia Artundo reactualiza la cronología biográfica y crítica Nace en 1892 en La Plata (provincia de Buenos Aires), donde estudia Bellas Artes. Viaja a Italia 1913, se contacta con los Futuristas y expone en varias ciudades italianas. En 1923 expone con gran éxito en Berlín, conoce a Juan Gris en Paris y en 1924 retorna a la Argentina. Desde 1930 hasta 1947, año en el que es dejado cesante por el gobierno peronista, se desempeña como director del Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata, donde realiza una fructífera labor . Regresa a Europa 1953, realiza muestras consagratorias en Londres y París; varios museos de Estados Unidos compran sus obras y en 1956 recibe el Premio Continental Guggenheim. Está considerado como uno de los artistas precursores de la vanguardia del siglo 20. Fallece en Paris en 1971
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