Nacida en La Paz en 1961, Guiomar Mesa proviene de una conocida familia de intelectuales, sus padres arquitectos e historiadores especialistas en arte virreinal y su hermano Carlos Mesa, historiador y actualmente Presidente de Bolivia. Guiomar estudió primero dibujo con Roberto Valcárcel, artista ecléctico de humor cáustico e incisivo crítico de arte y posteriormente grabado con Magda French. Paralelamente se graduó como artista plástica de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz.
Mesa es reconocida en Bolivia como una de los talentos más creativos de los últimos tiempos, habiendo recibido distinciones como el Primer Premio en Dibujo y el Gran Premio en Pintura en el Salón Pedro Domingo Murillo de La Paz. En México, Guiomar ha sido una figura constante en el escenario artístico. Su obra fue expuesta individualmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) en 1994 y en la Galería Ramis Barquet en Monterrey el 2000. También formó parte de la exposición Colectiva Mito y magia en América: Los ochenta, en el MARCO y del Encuentro Interamericano de Artistas Plásticos en Guadalajara, México. Su proyección como artista internacional, se ha ido consolidando a través de exposiciones colectivas en París y Santiago y eventos como la primera Bienal del Mercosur en Porto Alegre, Brasil, en 1997, así como su reciente presencia en una exposición colectiva de artistas bolivianos contemporáneos en el Pulchri Studio de la Haya, donde su obra fue particularmente destacada por la autenticidad de su enigmático estilo.
En más de dos décadas de prolífica producción artística, se muestra como una constante en la obra de Guiomar Mesa el uso de objetos que a la manera de materia muerta causan un efecto trompe l´oeil; la representación de muñecas de porcelana, esculturas de cerámica y madera policromada, espejos y papeles, se conjugan con otros recursos plásticos que por el contrario, refuerzan la característica bidimensionalidad de la obra pictórica a través de fondos que aparentan ser pizarras, contornos que asemejan trazos de tizas y escrituras que apuntalan a una interpretación conceptual.
Sus lienzos pintados al óleo parecen proponer una estética contemplativa donde prevalece el silencio, propiciando un espacio íntimo para comunicarse con el espectador. Su depurado dibujo guía por un lado su meticulosa técnica pictórica, mientras que un recurso metafórico libera un vasto lenguaje simbólico proveniente del imaginario colectivo. La artista absorbe como intuiciones, las aspiraciones, deseos y prejuicios de una compleja sociedad que ha fusionado creencias indígenas y cristianas. Al ser la cultura boliviana particularmente diversa con un alto contenido de mestizaje, el simbolismo de su obra hace patente la dicotomía que surge de la simbiosis indígena y el legado español. Guiomar plasma estas percepciones en sus lienzos, como pautas metafóricas que desafían la interpretación del espectador, que a su vez es quien enriquece la obra planteada por la artista, al hacer su propia lectura de acuerdo a su idiosincrasia particular.
En la obra de Guiomar, la cuarta dimensión se fusiona en un solo plano, donde conviven las memorias del legado latinoamericano, sea precolombino, virreinal o republicano con la inmediatez de la construcción simbólica que elabora el observador al ser confrontado. Los mitos reviven en obras como Santiago Mataindios, santo mítico a quien acudían los conquistadores españoles en busca de tutelaje para vencer a los indígenas americanos. Santiago Mataindios es visto en segundo plano emergiendo de papeles corrugados que asemeja territorios montañosos, al mismo tiempo que blande en el aire una espada imaginaria, mientras que el drama se desenvuelve en primer plano a través de dos cabezas de muñecas decapitadas.
Otra obra de su primera etapa madura - que data de 1987 a 1994 - es El Desgraciado Cusihuascar, construida en base a estampas coloniales que representan al derrocado inca Huascar y a cobrizas cadenas que penden verticalmente, enfatizando el rigor geométrico de la composición. Los casilleros blancos y negros son una sutil señal de status imperial, diseño hallado en las finas túnicas incaicas, al mismo tiempo que denotan la fortuna revertida, al asemejarse a un tablero de ajedrez donde el inca ha perdido la contienda.
Las ironías del destino se repiten en la obra de Guiomar, en una pintura de enorme trasfondo sociopolítico denominada ¿La salvadora? El nombre deriva de una mina de estaño, que cuestiona las verdaderas implicaciones de la explotación minera, que ha dejado secuelas de vidas agobiadas de trabajo y silicosis. La temeraria presencia enmascarada del Tío, patrono venerado por los mineros, se yergue entre la festividad y la tragedia. Las serpentinas celebran la industria minera como una salvación para emprender la vía del ansiado desarrollo industrial, mientras que retratos de calidad casi fotográfica, de empobrecidos mineros, se contraponen al retrato de Simón Patiño, considerado a principios del siglo XX como uno de los hombres más ricos del mundo.
Ampliando sus temas a un espectro latinoamericano, Memorias Asentadas es una pintura concebida como un tríptico que hace referencia a las raíces multiculturales que forjan la identidad cultural. En los paneles laterales hay dos estatuillas prehispánicas con sus cuerpos dirigidos hacia el panel central donde vemos querubines suspendidos por guirnaldas, alrededor de una columna clásica. La dimensión conceptual de la obra está dada por un ingenioso doble sentido, entre los asientos delineados y el título de la obra, creando de esta manera un espacio para el diálogo entre representaciones naturalistas y conceptos abstractos. Lo expuesto es tan sólo una breve reseña de la vasta obra de Guiomar Mesa, cuyo arte combina magistralmente un lenguaje plástico universal con vocablos autóctonos, que permiten al espectador adentrarse en un mundo metafórico que refina sutilmente la agudeza y sensibilidad de sus percepciones. Guiomar Mesa, Licenciada en Artes en la Universidad Mayor de San Andrés, con cursos en la Universidad Complutense de Madrid y en el Taller de Roberto Valcárcel. Ha expuesto en La Paz y Cochabamba (Bolivia), Munich (Alemania), París Francia), Bogotá (Colombia), Santiago (Chile), Monterrey y Guadalajara (México) y Porto Alegre (Brasil). Su arte está representado en varias colecciones privadas , así como en Museos de Arte de México y Bolivia
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