P - ¿Por qué elige realizar obras de tan diversos tamaños? BD - La diversidad de tamaño es un hecho común en cualquier escultor. En mi caso, desde el momento en que me surge la imagen comienzo trabajando en forma lúdica con diversos materiales (papel, cartón, madera) en pequeñas dimensiones, en estos bocetos o maquetas voy ajustando el discurso de la pieza. A menudo son los materiales los que dictan las dimensiones de las obras. En ocasiones, en las piezas más pequeñas, las obras se acomodan a las chapas de hierro existentes. En relación a las grandes, me importa desarrollar un espacio dramático. Me interesa el vértigo que produce el volumen con respecto a la escala humana.
P - Los materiales aparecen determinando más de una variable...
BD - En mis obras los materiales son, en más de un sentido, sumamente importantes. Considero que el material posee una memoria propia que también resuena en el espectador. Tengo la sensación de que la herrumbre que aparece en las superficies de mis esculturas suscita asociaciones relacionadas con el agua, con el paso del tiempo. Quizá exagero, pero creo que en el imaginario colectivo el acero inoxidable se vincula con los electrodomésticos y no es precisamente lo que me interesa en esta serie.
Desde hace unos años estoy produciendo con "corten"; chapas con aleación de acero y un pequeño porcentaje de cobre. Se oxida fácilmente y luego se estabiliza, así permanece eternamente. Me gusta ese efecto de color y textura superficial que se produce en este material. Mi obra trabaja. Los metales se dilatan y se contraen, produciendo al enfriarse distintos sones en algunas obras.
P - En un mundo tan lleno de tantos objetos y estímulos visuales, ¿por qué elige incursionar en grandes volúmenes?
BD - El léxico que desarrollo en la obra de la Serie de la ribera surge del puerto, donde se supone que atracaron los barcos que nos trajeron y que, en la mayoría de los casos, terminaron fondeados y herrumbrados. La escala de los volúmenes obedece a la imagen que guardo de cuando unos de mis tíos me llevan al puerto para ver los transatlánticos que para mi eran unas moles enormes, sobre todo vistas desde la óptica de un chico de cuatro años. Esos volúmenes y esa sensación son lo que me interesa. Buenos Aires posee una estatuaria que es textualmente narrativa. La ciudad carece de una tradición de grandes símbolos urbanos contemporáneos; mi objetivo es desarrollarlos. Siento que se trata de un problema de voluntad, de querer hacerlos, y estoy en eso.
P - ¿Cuál es la pieza más grande que realizó? BD - Es una obra que proyecté hace muchos años y que pude concretar el año pasado. Se trata de una pieza de la Serie de la ribera que tiene más de 11 metros de alto y ocho toneladas de peso, con chapas de seis milímetros de espesor. Esa pieza se encuentra emplazada en un parque particular de la provincia de Buenos Aires.
P - ¿Semejantes obras pueden viajar? BD - Claro, tengo obras en México, en Miami y en Chile. Las obras están hechas para armarse y desarmarse. Así, pueden ser guardadas en un galpón y, también, pueden transportarse desarmadas. Además, los contenedores tienen una gran cantidad de metros cúbicos. De todos modos, suelo trabajar con formas contenidas en prismas triangulares, acompañados con métodos de anclaje: tuercas, bisagras. Las bisagras permiten que se acomoden, como se adecuan los inmigrantes.
P - ¿Siempre trabaja sobre el mismo tema? BD - De alguna manera sí, pero al igual que el texto de un escritor, cada tema lleva a otros discursos. Yo trabajo sobre lo que me pasa a mí... Y en este momento sigo profundizando sobre las obras "... De la ribera". Estoy haciendo borradores y entreviendo la aparición de otra historia. Igualmente, me gusta enlazar mi obra, ofrecer pistas. Pero, también me importa mucho que sea el espectador quien la reinterprete y la termine de nombrar. Quiero que mi obra sea la que dispare su imaginación.
P - ¿Piensa en algún tipo de espectador en particular mientras trabaja? BD - Pienso fundamentalmente en el discurso que estoy desarrollando, que me identifique y que me represente. Es simplemente eso. De alguna manera, sé que siempre habrá un espectador partícipe de la lectura de la obra. La Pasión del Viaje
Nieto de inmigrantes españoles, Bastón Díaz tuvo su propio cruce del Atlántico cuando viajó a Francia en 1969 para estudiar con Víctor Vasarely. Paradójicamente, cuando llegó a París abandonó el Op Art y comenzó a volver a la Argentina. Tardó siete años en concretar su regreso, con su oficio de orfebre más depurado y con una firme decisión respecto de la escultura.
Desde 1992 trabaja en la perdurable Serie de la ribera, produciendo grandes esculturas con la misma precisión con la que solía ocuparse tempranamente de las joyas, cuando decidió "no negociar la imagen de las esculturas" e instalar un taller de medallística para ganarse la vida.
Muchas de las obras de Bastón Díaz, realizadas en hierro patinado o en "corten", impresionan por su monumentalidad y excelente factura, por la facilidad aparente de ser armadas y desarmadas con tuercas y bisagras. Con incisiones, perforaciones y un acabado impecable, las de madera son más pequeñas. Modernas, sus esculturas invitan a ser vistas desde todos lados. No rinden tributo a nadie ni tienen la obligación de estar ubicadas en un sitio específico.
Aun cuando el artista le otorga a parte de su obra una característica nómada -"cuando trabajo siempre me surge la idea de traslado como inherente a mi obra"-, queda sitio para la sorpresa y para los interrogantes. Enigmáticas, algunas formas escultóricas -que parecen surgidas de un taller náutico- juegan con la abstracción. Son ocultas geometrías a ser descubiertas. Otras remiten ineludiblemente a las embarcaciones, a esa pasión por los viajes y esa nostalgia que el propio artista experimentó. No es casual que le gusten tanto el modelismo naval y los barcos, cuyas estructuras internas nutren aspectos de su labor.
En ese sentido, dentro del trabajo de la última década pueden considerarse dos series: "las obras más sedentarias, aquellas que permanecen [simbólicamente] amarradas y la de los barquitos siempre listos a partir", dice Bastón Díaz. Las obras "sedentarias" evidencian con mayor claridad la manera en que el artista esculpe el aire e inventa un espacio que puede ser habitado por el espectador quien, por momentos, puede sentirse abrumado, dislocado. Los "barquitos", evidentes o metamorfoseados, se conectan con una "pila de sueños" que hablan de partidas y reencuentros, de despedidas y bienvenidas. Los tonos de la herrumbre -con destellos anaranjados que recorren grises de distinta intensidad- que bañan los planos de las esculturas aparecen como reflejos que recrean una ilusión de permanencia y atemporalidad. La presencia de lo humano se halla subrayada por la ausencia de figuras en la obra que se ofrece para ser transitada real y metafóricamente. Alberto "Bastón" Díaz (Buenos Aires, 1946) realizó estudios en Buenos Aires y París. Desde la primera distinción recibida en 1969, obtuvo todos los premios de nota dedicados a la escultura en la Argentina. Realizó más de cien exposiciones, incluyendo participaciones en simposios nacionales e internacionales de escultura. Su última individual en Buenos Aires fue en septiembre de 2005 en la galería Daniel Maman Fine Art, que lo representa.
|
|