Gabriel Werthein es empresario, padre de tres hijos y esposo de la arquitecta Marina Givré. Desde hace más de 20 años que colecciona arte argentino. Ahora, a los 50 años, colabora en la selección de galerías de la Feria de arteBA, participa en la edición de libros de arte como el Darkroom de Roberto Jacoby y el libro sobre Ruth Benzacar. Es miembro del Directorio de la Fundación Espigas, institución dedicada a la investigación y documentación del arte en la Argentina. Y es un modelo a seguir para los nuevos coleccionistas porque une algo que no es muy común encontrar: sabe mirar arte, tiene profundos conocimientos sobre el tema y una pasión que convierte su amor por el arte en un modo de vida. Entrevista
Arte al Día: Se acaba de presentar el libro sobre Ruth Benzacar, en cuya edición usted estuvo involucrado. ¿Cuál es la importancia de esta marchande para usted personalmente y para el arte argentino?
Gabriel Werthein: Ruth Benzacar fue una incansable luchadora por la causa del arte argentino y su inserción local e internacional. Fue formadora de opinión, inspiradora de individuos que, como yo, descubrimos el arte de su mano. Su fuerza arrolladora y su actitud docente permitieron que hoy el arte contemporáneo argentino ocupe un lugar muy distinto al que tuviera veinte años atrás. Recuerdo con afecto sus charlas en Talcahuano, en los años 80, en la que nos reunía con artistas de vanguardia (Marcia Schvartz, Luis F. Benedit, Bedel, entre otros) y generaba un clima propicio para el acercamiento y aprendizaje. Logró despertar en muchos de nosotros esa pasión incontenible que ella poseía por el arte y los artistas.
AAD: ¿Cómo fueron sus inicios en el coleccionismo?
GW: Era 1980. Yo terminaba mi carrera, y decidí que como premio elegiría una obra de arte, que fue una maravillosa escultura de Pablo Reinoso, de su muestra en Artemúltiple. Más tarde conocería a Rafael Bueno, y junto a él comenzaría a recorrer un interminable camino de encuentros con artistas amigos que comenzaban a actuar juntos en el Bar Einstein primero, y luego en un subsuelo que se llamó La Zona. Los viernes nos juntábamos en la casa de Rafael en la calle Riobamba, en el famoso café Nexor. Marcia Schvartz Juan José Cambre, Alfredo Prior, Cintia Levis y Guillermo Kuitca entre otros, eran todos parte de ese mundo, que comenzó a ser también mío, y que me marcó de por vida. Entonces comencé a comprar obra de ellos así como de Méndez Casariego, Duilio Pierri, Pietra (mi primer cuadro comprado a Ruth Benzacar) y Fermín Eguía, entre otros. Surgía en esos años el que sería el coleccionista más innovador de esa época, una persona muy especial que nos reunía en su casa de Libertador todas las semanas y, mientras Federico Klemm nos hacía degustar sus óperas, conversábamos y veíamos cada semana alguna obra nueva. Eran encuentros fantásticos. Se trataba de Alejandro Furlong, un gran amigo que lamentablemente ya no nos acompaña más.
AAD: ¿Cuáles son sus intereses ahora?
GW: Me interesa seguir moldeando mi colección, siendo fiel a mi sentido, pero sobre todo actuar en el medio como activador de proyectos y facilitador en la carrera de artistas. Sigo comprando obras de artistas nuevos como Mondongo (ya consagrados a través de sus tres muestras). También estoy comprando obra de Alejandra Seeber, Salamanco, Joglar, Lozano, Gómez Canle, Ueno y Salkowicz, entre otros. Trabajo también desde mi lugar en la Fundación Espigas, como colaborador en arteBA apoyando proyectos como el Darkroom de Roberto Jacoby, o la "escuelita Hirschhorn" de Diego Bianchi y Leo Estol. Tenemos que lograr que los museos tengan mayor vigor, pues es a través de ellos que el arte se consolida y revaloriza en todo sentido.
AAD: ¿Cuál es la función de las galerías de arte? GW: La galería es el ámbito a través del cual los artistas se relacionan con el coleccionismo. Las galerías son las que deben contener y apoyar en su carrera a los artistas. Y cuidar la obra de ellos en un sentido de producción, arbitrando los medios curatoriales y económicos para que sus trabajos se orienten de forma adecuada. Las galerías desarrollan la carrera, editan material, y deben ayudar muchas veces en la decodificación de cierto lenguaje no siempre claro que está presente en la obra.
AAD: Cuando usted empezó a coleccionar, el único artista que tenía mercado internacional era Guillermo Kuitca. Hoy hay varios argentinos haciendo carrera en el exterior, como Pablo Siquier, Jorge Macchi, Nicola Costantino y Leandro Erlich. ¿A qué se debe ese cambio, en su opinión?
GW: Este cambio se debe al esfuerzo realizado en su momento por Ruth Benzacar, y hoy continuado por su hija Orly y por el trabajo de los artistas mismos. No es un esfuerzo colectivo a nivel nacional. Hay otras galerías que están también tratando de insertar artistas en el exterior, como Florencia Braga Menéndez con su proyecto de anillo de galerías latinoamericanas y su incipiente proyecto europeo. Creo que arteBA está haciendo una tarea importante, intentando atraer compradores y galerías del exterior, y buscando internacionalizar el mercado de arte. Veremos en el futuro los resultados, sin duda.
AAD: ¿Cómo ve posicionado el arte argentino en el panorama internacional? GW: Sin duda la calidad de los artistas locales está a la altura de las exigencias del mercado internacional. Lo que a veces falta son medios para difundirlos y para sostener producciones costosas. El mejor ejemplo fue la instalación de Leandro Erlich en la Feria Miami Basel, que sin el apoyo económico de su galería argentina, quizás su obra, magnífica por cierto, no se hubiera realizado. La instalación fue un éxito en dicha feria.
AAD: Hoy hay un enorme circuito cultural entre ferias y bienales de arte. ¿Qué opina sobre esta mercantilización del arte en la globalización? GW: Creo que hay un efecto de banalización del arte, como una moda que se extiende. Pero también está surgiendo la contracara aquí, que es la autogestión de grupos de artistas. Esto balanceará la situación, permitiendo que la producción siga en parte teniendo libertad, imprescindible para seguir siendo crítico de la evolución social que vivimos.
AAD: ¿Encuentra un rasgo definitorio en el arte argentino, que lo distinga de lo que se hace en otros países? GW: Sí, sobre todo en la fotografía y el vídeo, que tienen una impronta casi melancólica. Se diferencian mucho de lo del resto del mundo. Y por supuesto, hay muchos artistas en otras áreas de las artes visuales que mantienen un lenguaje propio que los diferencia del resto, aquí y en el mundo.
AAD: ¿Cuál es la función del sector privado en la promoción del arte argentino? GW: Es de fundamental importancia la activación del arte que realiza el sector privado a través de las empresas y coleccionistas o filántropos, haciéndolo llegar a la mayor cantidad de gente posible, y permitiendo que algunas obras o exposiciones se hagan viables.
AAD: En la Argentina lo escaso de los museos de arte contemporáneo hace que las casas de los coleccionistas cumplan, de algún modo, la función que el museo no tiene en nuestro país. ¿Qué reflexión puede hacernos sobre este tema? GW: La colección pasa a ser un modo de preservar parte de nuestra historia, en todo caso nos hace reflexionar sobre la responsabilidad que crea el hecho de convertirse en una suerte de pequeños museos, y de esto he comenzado a darme cuenta hace un tiempo. Me hace reflexionar sobre cómo seguiré armando mi colección hacia el futuro.
AAD: ¿Cómo ve usted el giro que se empieza a ver en las ferias de arte hacia un solo sector, el arte contemporáneo? GW: Es lógico que así suceda, ya que es en el arte contemporáneo donde está la mayor oferta de obras y de más variado precio. Por otra parte, es el arte con el cual nos deberíamos sentir más identificados.
AAD: En este momento hay cuatro ferias de arte en Buenos Aires. ¿Hay mayor compromiso de la sociedad hacia el arte o es un fenómeno de moda? GW: La gente comienza a mirar el arte, personas que antes no lo hacían. Creo que hay mayor interés, y también un efecto de moda. En nuestro medio todo suma. Y pienso que la gran cantidad de obras y artistas ayuda a que esto se consolide.
AAD: ¿Que hace que una persona de pronto se decida a coleccionar obras de arte? ¿Qué encuentra usted en esta actividad?
GW: Encuentro que el arte me ha permitido relacionarme con individuos que miran la realidad desde un lugar diferente, lo cual me ha enriquecido enormemente. Mi cabeza no es la misma, ni mis amigos son los mismos. Los artistas son un medio para el cual la reflexión y el cuestionamiento ocupan una parte de su tiempo muy sustancial, y yo soy parte de ese mundo. Para mí, coleccionar es como ir armando una historia de la vida que transcurre, una escenografía que me va acompañando desde hace 25 años. Es también un gran placer y una gran responsabilidad, pues involucra recursos económicos, mucho tiempo y otras personas.
AAD: ¿Qué espacio ocupa el arte en su vida? GW: Cada día uno mayor. Creo que de coleccionar he pasado a actuar en el medio, en distintos lugares, desde la Fundación Espigas, colaborando con artistas en proyectos particulares, y en los museos. Para mí el arte ya ha pasado a ser una forma de vida.
AAD: ¿Es una actividad compartida con su familia o un placer personal? GW: Es una actividad compartida, pero debo confesar que muy personal. Me resulta muy difícil compartir la elección de una obra. Mi mujer y mis hijos me acompañan con mucho placer.
AAD: En el Renacimiento existía el mecenazgo como los Médici en Florencia, hoy existen los coleccionistas ¿hay algo de mecenazgo en este rol?
GW: Para algunos coleccionistas, su actividad es básicamente de mecenazgo. Por citar un ejemplo, el del arquitecto Jacobo Fiterman con su Fundación Alon y su relación con Carlos Alonso, de amistad y apoyo a su obra. Sin duda no es el único, y sin duda somos importantes a la hora de fomentar el arte en nuestro medio. Es mucho lo que uno recibe de parte de los artistas para sentirse ajeno al proceso de desarrollo de una obra. El mecenazgo hoy en día es imprescindible.
AAD: El mecenazgo empresarial a través de sponsors hoy es muy importante, ¿Cuál es el beneficio de una empresa al ligarse con la actividad cultural?
GW: Hoy ligarse a la actividad cultural debe ser vivido como una manera de devolverle a la sociedad parte de lo que ésta le da a dicha empresa en términos económicos, de permitir que mucha gente acceda a espacios que el Estado no le da, en términos de cultura, y me parece que eso crea una suerte de agradecimiento por parte del público. Y la empresa cosecha adhesión. Sin duda, es parte de la responsabilidad social, que las empresas deben tener.
AAD: ¿Cuál es o debería ser el rol de la crítica de arte, según su criterio? GW: La de acercar entendimiento a aquellas obras que encierran más que lo que el público en general pueda advertir, una especie de traductor simultáneo. No estoy de acuerdo con que los críticos se conviertan en los jueces de los artistas, "este sí, este no". No es lo que ocurre hoy; parece que las estrellas son los curadores de los museos. No debería ocurrir esto. Hacen falta curadores independientes que ayuden a decodificar el arte contemporáneo, tan complejo hoy, con tantas vertientes, pero no jueces de mercado. Son muy importantes a la hora de definir las líneas de las colecciones. Además es enriquecedor el intercambio con los críticos de arte.
AAD: Como apasionado del arte argentino, ¿cuál sería un sueño personal del cual le gustaría ser testigo en su materialización? GW: Me encantaría ver que cada día el arte sea comprendido y disfrutado por más gente, y poder contar con museos consolidados, con importantes presupuestos para poder formar colecciones serias, que estimulen a que los artistas puedan soñar y desarrollar proyectos de envergadura. Mi sueño es que el arte argentino sea apreciado en el mundo entero. "El mercado de arte en la Argentina es muy pequeño, pero se va desarrollando lentamente. Son pocos los coleccionistas y las galerías que muestran arte contemporáneo todavía no son suficientes." "El Estado debería trabajar con las organizaciones privadas y apoyar programas de formación aquí y en el exterior (becas), en la realización de ferias, apoyar a las galerías, y a las instituciones". "El arte puede convertirse en una muy buena inversión. Algunos Bancos de Inversión recomiendan un 5% de arte y/o antigüedades en sus portafolios, pues es un activo anticíclico respecto de otros como las acciones." " Me resulta muy difícil compartir la elección de una obra; sin embargo, mi mujer y mis hijos me acompañan con mucho placer."
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