"En el bosque, donde habitan tantos y tan diferentes individuos, es difícil encontrar uno solo cuya existencia no dependa en manera alguna de la de sus vecinos...Bien puede decirse que los árboles son prójimos de buena fe. Viven una vida confiada, sin temores ni prejuicios, dependiendo siempre de la influencia de los demás, colaborando. Cuando uno penetra en el bosque no puede dejar de sentir el tónico de su poderosa influencia. Parece que el alma descansara".
Así se expresó Alberto José Fors (1885-1965) -abuelo de José Manuel, el artista- en uno de sus tratados de botánica, que le merecieron el calificativo de "padre de la silvicultura cubana". Semejante síntesis, fue el resultado de su conocimiento académico matizado por su amplia cultura y sensibilidad. El científico describía el funcionamiento del macro sistema natural, buscando similitudes con otro: el de la comunidad humana. Su legado no fue solamente el de sus textos y su extensa xiloteca; sino el de una amplia colección fotográfica que construyó desde los inicios del siglo XX, documentando el crecimiento de su familia que, junto al bosque, constituyeron las estructuras fundacionales de su universo. José Manuel -el artista- ha transitado con sus obras por el mismo proceso de pensamiento lógico e investigación de Alberto José -el científico-. Lo hizo intuitivamente desde finales de los setentas, pero ya como concepto estructurado desde mediados de los ochentas. Entre 1976 y 1984, sus materias primas fueron la tierra y la naturaleza; de ahí que la crítica de la época lo situara como un "informalista matérico" o un "cultivador del paisaje y la ecología". El proceso de producción de su obra ha sido lento y accidentado como toda investigación científica, pero perfectamente coherente hasta nuestros días. Lo clasificado como "matérico" o "ecologista", no eran más que los pasos de una investigación (cada vez más conceptual) que lo llevó de la tierra a la naturaleza, de la naturaleza al hombre y del hombre a la familia. La perspectiva histórica permite ver ahora ese proceso y encontrar los hilos conectores entre todas sus obras. Entre la pintura y la instalación
Los primeros "objetos" artísticos de Fors fueron pinturas. Las expuso en momentos en que el arte cubano reorientaba sus intereses y definía su contemporaneidad. De esta etapa han sobrevivido escasamente dos obras y la documentación gráfica de las restantes no existe. Esto fue común para los artistas que junto a Fors fueron modelando la nueva producción artística del país. Las obras que marcaron su tránsito de esos años (setentas-ochentas), incluidas las que expuso en la paradigmática exposición Volumen I (Centro de Arte Internacional, La Habana, enero,1981) existen en su mayoría en la memoria visual de los testigos y en la narración de sus autores. Es curioso que una exposición haya llegado a marcar el curso de una historia más por un estado de ánimo que por una huella material. Y es que Volumen I y todo lo que aconteció a su alrededor -como Fors mismo define- fue más un "estado de ánimo" que una propuesta consolidada en términos de creación. Lo único verdaderamente claro para los artistas renovadores de esos años era la amistad que los unía, la afinidad generacional y la convicción de no sentirse parte del legado de la generación anterior, es decir del arte como representación y reflejo social.
Sus pinturas-objetos son "contadas" por él, desde su perspectiva actual, como "experimentos visuales". Eran soportes de lona cruda a la que adicionaba arena, tierra y todo género de desechos y fragmentos de objetos encontrados. Esa mezcla de "basura" adecuadamente instalada sobre la superficie se cubría con pigmento, siempre monocromático. Actuaba como un recolector de desperdicios del entorno y "diseñaba" volúmenes y texturas. Se sentía heredero de la abstracción matérica, aunque hoy acepta que en esa primera atracción por la visualidad se escondían -incluso para él mismo- ciertos principios que permanecen hoy en su obra: la reconstrucción de la historia y la memoria del hombre a través de sus objetos comunes; la recolección de sus huellas en el tiempo y la arqueología de su intimidad.
Esa inclinación hacia lugares y objetos comunes, así como el afán de colectar esos objetos-testigos, ubicaron a Fors en el grupo de creadores cubanos que desde finales de los setentas trasladaron el centro focal del arte del contexto social al individuo: José Bedia, Ricardo Rodríguez Brey, Gustavo Pérez Monzón, Rogelio López Marín (Gory), Juan Francisco Elso, Flavio Garciandía; quienes, entre otros protagonistas de la llamada "generación de los ochentas", trajeron a la escena cubana nuevos intereses temáticos, reflexiones éticas y procedimientos creativos.
Sus obras reorientaron los contenidos y funciones del arte cubano, entre ellos: una nueva interpretación del individuo, la historia y la identidad, ajenos a manipulaciones políticas y contextuales; la recuperación del pensamiento abstracto; la resignificación -no populista- de la cultura popular y de masas; la revalorización del arte como proceso de investigación y experiencia vital más allá de la realización material del objeto artístico. También definieron las bases de la práctica conceptual en el arte contemporáneo cubano.
La obra de Fors se inserta -a partir de 1981- en esa renovación. En ese año se desprende del soporte bidimensional para intervenir los espacios de exposición con obras como Hojarasca, instalación formada por cubos acrílicos de diversas dimensiones que contenían acumulaciones de hojas secas. La disposición geométrica de los cubos en el espacio, así como la "conservación" de las hojas dentro de estas urnas -a la manera del museo o el laboratorio científico-, evidencian el interés de Fors por legitimar el valor simbólico de espacios y objetos comunes, que al igual que la tierra y los desechos de sus primeras pinturas, constituían para él el universo inmediato del hombre. En ese mismo año realiza su segunda instalación compuesta por decenas de gavetas todas diferentes en dimensiones y facturas, procedentes de todos los muebles de su casa. Ordenadas geométricamente en el piso de la galería, contenían troncos de árboles dispuestos de forma tal que reiteraban su afán clasificatorio y legitimador. Cuando en 1983 realiza su primera exposición personal Acumulaciones, hace lo que en mi opinión es el resumen de su obra hasta el momento: la galería fue "intervenida" por cuatro instalaciones de piso formadas por acumulaciones, cada una de diversos materiales (hojas secas, madera, tierra y monofilamento de nylon); y dos obras bidimensionales sobre pared de composición geométrica realizadas con aluminio, plexiglas, fotografía y monofilamento de nylon. La estructura interna de estas obras, vistas independientemente, no aportaba nuevos elementos a los ya conocidos; pero la vista de conjunto, como espacio único, le permitió al artista "construir" por primera vez su concepto de "paisaje". Entre la fotografía y la tridimensión
Fors hace su primera fotografía en 1982. Fue un "retrato" de un ruinoso banco de parque que junto a otras dos imágenes (una puerta rodeada de hojas y un fragmento de una acera rota con hierbas) presentó como conjunto en un evento de fotografía en La Habana. También había realizado un interesante trabajo fotográfico que era la documentación de una intervención en el paisaje. La fotografía le demostraba que era un soporte donde podía "alojar" a los objetos encontrados, los procesos, las intervenciones efímeras y los espacios que hasta ahora había manipulado tridimensionalmente. También podía manipularla en términos espaciales, de forma tal que se convertía ella misma en un objeto "instalable".
Las primeras fotografías giraron alrededor del paisaje: troncos, árboles, hierbas, nubes, tierra... La reiteración de estos segmentos de naturaleza; la agrupación de los mismos según su forma y origen (cuadros-collages formados por fotografías en secuencia); la imagen del paisaje integrado por la sumatoria de sus partes; son todas características que nos remiten a sus instalaciones, sólo que ahora la tridimensión se logra en la bidimensión y el sentido del paso del tiempo mediante la manipulación técnica de las impresiones (el viraje al sepia). Los paisajes fotográficos "construidos" por Fors fueron un escalón más en el desarrollo de su investigación.
En 1985, Fors ya había recorrido buena parte del camino. Había estudiado y manipulado la tierra, los objetos y sus huellas, los componentes del paisaje. Había investigado el entorno pero no había llegado al hombre. En pocas ocasiones la figura humana había aparecido en sus fotografías y en esos casos como segundo protagonista. En De lo contemporáneo (Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana) Fors realizó una de las obras fundamentales de su carrera. Era una obra formada por muchos y diversos componentes donde apareció -como al final de una historia inconclusa- la imagen de Alberto José, el abuelo, el personaje central en el árbol genealógico de la familia Fors, quien directa o indirectamente había dirigido la investigación estética del artista. En un espacio cerrado del museo Fors desplegó una apoteosis de objetos: fotocopias de fotografías del abuelo, sus tratados de botánica, muestrarios de maderas y tres mosaicos fotográficos de grandes dimensiones Bosque de pinos, Sombra bajo 5 billones de árboles y Homenaje a un silvicultor. Para construir esta instalación hurgó en las memorias familiares, estudió sobre árboles y maderas, leyó cartas y documentos; en fin, logró atar los cabos sueltos de su propia obra anterior y estructuró la historia de una familia de cuyo legado era heredero. Fors articulaba así el discurso básico de su obra en el futuro: el hombre, su memoria y su historia personal como eje fundacional de la vida.
En lo adelante se incrementaría la manipulación de la imagen familiar, así como el uso de los documentos, postales de viaje, cartas, objetos y fragmentos disímiles que ha coleccionado y con los cuales ha convivido. Como ha dicho: "Las ideas para mi trabajo surgen de la relación con las cosas más cercanas. Me refiero a ese territorio demarcado donde uno es dueño y protagonista...Me muevo entre las cosas que conservo como posible material para trabajar; es parte del proceso... Creo poder decir que es la memoria el motivo principal en mi trabajo y mi idea fija".
En 1995 hizo otra instalación fotográfica: una cruz sobre piso formada por una secuencia de fotografías familiares -antiguas y recientes-, incluido su autorretrato. La secuencia respondía al orden cronológico de los representados, aludiendo al paso del tiempo. La cruz, como símbolo sacro de muchas culturas y religiones, paso a formar parte desde entonces de la iconografía de Fors, enfatizando aún más el carácter simbólico de la familia como institución social.
En abril del 2000 creó La gran flor, otra pieza de grandes dimensiones en forma de círculo formada por cientos de pequeñas impresiones fotográficas al tamaño del negativo de 35 mm. Las imágenes eran retratos de familiares, objetos personales, tierra, segmentos de paisaje, es decir, toda la gama de imágenes manejadas por Fors en el decurso de su carrera; y se organizaban radialmente a partir del eje central de la circunferencia. Como la piedra de un antiguo calendario, la obra hablaba sobre el ciclo de la vida. Cruz y círculo, pasado y presente, historia y memoria son reflexiones aún no agotadas en su obra. Hombre y familia -como árbol y bosque- han sido para Fors el eje de su historia personal y profesional. (Síntesis del texto publicado en el catálogo para la exposición de José Manuel Fors en Couturier Gallery, Los Ángeles) "Cruz y circulo, pasado y presente, historia y memoria son reflexiones aun no agotadas en su obra." Perfil Jose M Fors, nacido en La Habana, Cuba, en 1956, es hoy uno de los artistas contemporáneos cubanos más reconocidos. En 1989 fue galardonado con medalla de oro en el 49º Salón Internacional de Fotografía de Japón, premio al cual se le sumarían posteriormente otros. Anteriormente, en 1983, había tenido su primera muestra en Cuba en "Casa de la Cultura de Plaza". En 1998 visita París para la apertura de su exposición ¿cómo es posible ser cubano? En 1999 fue artista residente en el Banff Center for the Arts, Alberta, Canadá, y viajó a Los Ángeles para su primera exposición en los Estados Unidos. Una vez en ese país no le tomó mucho tiempo que su obra formara parte de las colecciones de reconocidos museos tales como el Museo de Arte, Fort Lauderdale, Florida, Museo de Arte Contemporáneo, California, Museo de Bellas Artes, Houston, el Museo de Arte de la Universidad de Virginia, y el Museo Nacional de Bellas Artes, Cuba, entre otros. Fors es mayormente reconocido por sus composiciones fotográficas, que lo han transformado en una fuente de inspiración en el desarrollo del arte contemporáneo de Cuba, ya que su obra trata una temática frecuente en esta región pero que él ha logrado destacar de manera inusual. Actualmente, es representado en Estados Unidos por Couturier Gallery (Los Ángeles), y divide su tiempo entre Cuba y España. (*) Historiadora de arte, crítica de arte y curadora independiente residente en La Habana. Experta en artistas cubanos contemporáneos y coautora de la antología Memoria.Cuban Art of the 20th Century (California International Art Foundation, Los Angeles, 2002).
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