Una expansión que no deja de asombrar tanto a neófitos como a expertos en este negocio, que vaticinan un continuo fortalecimiento catapultado por el creciente apetito de los coleccionistas por los grandes maestros latinoamericanos y, como tendencia relativamente reciente, por el cinestismo, la abstracción geométrica y, en general, el arte de las décadas de 1960 y 1970.
"El mercado latinoamericano es un mercado muy estable, que ha ido subiendo a través de los años. La gente que compra es porque quiere comprar, no porque quiere hacer como que juega a las cartas", dice Carmen Melián, directora del departamento de Arte Latinoamericano de Sotheby's.
Una forma de medir el fortalecimiento del mercado del arte latinoamericano es a través de los resultados anuales de las firmas de subastas. La primera de estas ventas, celebrada en Sotheby's en 1979 bajo la guía de la reconocida galerista Mary-Anne Martin, en aquél entonces directora del departamento de Pinturas, alcanzó un total de un millón de dólares, una cifra que, si bien actualmente puede representar el valor de una sola obra latinoamericana, en su momento fue importante.
Desde entonces, las ventas anuales de Sotheby's han crecido de 7,5 millones de dólares en 1985 a 28 millones de dólares en el 2005 -la mayor cifra anual registrada hasta ahora en las subastas de arte latinoamericano-, mientras que las de Christie's, su competidor directo, han subido de 2,8 millones de dólares en 1985 a 19,8 millones de dólares el año pasado.
En el ínterin, ha habido vaivenes, en particular el descenso que trajo la devaluación del peso y la crisis de México de 1995 y su impacto en algunas obras de arte mexicanas, y las alzas sostenidas de ciertos artistas, como el nicaragüense Armando Morales y el cubano Tomás Sánchez.
"Es un mercado que está al alza y que es cada vez más internacional", dice Melián, que estima que los coleccionistas de arte latinoamericano de origen europeo y estadounidense ahora componen el 50 por ciento del mercado. Entre estos, hay un subgrupo de jóvenes y nuevos compradores para quienes el arte latinoamericano representa una alternativa muy atractiva y oportuna frente a los inaccesibles mercados del arte moderno y contemporáneo internacionales.
"El arte moderno y contemporáneo es incomprable, y esto está moviendo a la gente a invertir en arte latinoamericano, que es muy accesible todavía", dice León Tovar, un marchante de arte con más de 20 años de experiencia. A su juicio, "el arte latinoamericano es demasiado barato todavía", y de hecho "un Matta o un Tamayo cuestan el 25 por ciento de que deberían costar en el mercado del arte internacional".
Tovar, que a través de su galería en Nueva York, León Tovar Gallery, maneja obras de artistas como Matta, Fernando Botero, Guillermo Kuitca, Wifredo Lam y Claudio Bravo, agrega que en las subastas se ofrece un número cada vez mayor de obras, lo que refleja que hay nuevos compradores en el mercado, sobre todo norteamericanos.
La venta de primavera de Christie's, que se celebra en mayo, contará con una oferta de 275 obras de distintos rangos de precios y variados géneros, según Virgilio Garza, director del departamento de Arte Latinoamericano de esa firma.
"Es una venta bastante grande y tengo mucho optimismo en que será muy buena. Tendremos obras importantes de Tamayo y Botero y una selección importante de las escuelas mexicana y brasileña", explica.
En la subasta de Christie's de noviembre pasado varios artistas establecieron récords, entre ellos Mira Schendel (284.800 dólares) y Jesús Rafael Soto (262.400 dólares), cuyas obras, así como las de sus colegas asociados a los movimientos cinético, abstracción geométrica, arte concreto y neo-concreto, despiertan cada vez más interés.
Esta fascinación tiene mucho que ver con una tendencia global en la que los coleccionistas, críticos, curadores, directores de museos y académicos están estudiando en mayor profundidad y reevaluando el arte de los años 60 y 70, como ha ocurrido en EEUU y algunas partes de Europa con las artistas Lee Bontecou y Eva Hesse.
"Ha habido exposiciones internacionales claves que han puesto en el mapa mundial a artistas como Schendel, (Lygia) Clark y Gego. Ciertos coleccionistas están redescubriendo a estos artistas, pero para algunos se trata de un descubrimiento total", apunta Garza.
La debilidad del dólar frente al euro también podría explicar ese impulso de compra de coleccionistas europeos que, históricamente, han estado fascinados por el arte cinético y la abstracción geométrica. Los daneses, suecos, franceses y belgas siempre han comprado obras de los máximos exponentes de estos movimientos, entre ellos Schendel, Clark, Hélio Oiticica, Sergio Camargo, Gego, Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz-Diez y Alejandro Otero, pero lo nuevo, según Melián, es que ahora los adquieran los norteamericanos.
Al tiempo, los coleccionistas más jóvenes están apoyando a los artistas latinoamericanos contemporáneos con mayor exposición internacional, entre ellos Vik Muniz, María Fernanda Cardoso, José Antonio Hernández-Diez, Kcho, Valeska Soares, Betsabeé Romero, José Bedia, Javier Marín, Marco Arce y Fabián Marcaccio. Algunos de estos artistas, como Muñiz, Francis Alys, Gabriel Orozco, Jorge Pardo y Beatriz Milhazes no se incluyen en las subastas de arte latinoamericano sino en el campo aún más amplio del arte contemporáneo, y esto se debe, en gran parte, a la difusión de su obra a través de exposiciones en importantes museos y galerías de EEUU y Europa.
"Presentar a cada vez más artistas contemporáneos latinoamericanos en museos de EEUU les daría un impulso importante, que se reflejaría en los precios de sus obras. Sin el O.K de estos museos, va a ser difícil que alcancen la solidez que merecen en cuanto a precios", señala Tovar, que también lleva la obra de artistas como el colombiano Nadin Ospina.
Para María Bonta de la Pezuela, vicepresidenta del departamento de Arte Latinoamericano de Sotheby's, "el mercado del arte no funciona solo: es un entramado de factores".
"Yo lo veo como una lasaña, con varias capas e ingredientes. Un mercado no funciona sin los académicos e historiadores, sin los museos, los coleccionistas y los críticos. Definitivamente, en la solidez de nuestro mercado ha influido un mayor conocimiento y estudio del arte latinoamericano", apuntó.
Para Garza, el arte latinoamericano "es el secreto mejor guardado del mercado, porque uno puede comprar una obra maestra latinoamericana por lo mismo que cuesta una obra estándar no latinoamericana. La calidad de un Matta es comparable a la de un (Arshile) Gorky, pero cuando se comparan los precios, ciertamente hay un abismo. Creo que, poco a poco, Matta va a encontrar su nicho, y ahora es una buena oportunidad para comprar sus obras".
Tovar agrega que Matta, cuya obra se ha incluido en las subastas de arte surrealista de Europa, es "el que menos vale de los surrealistas" y "debería estar en otro segmento".
Peculiarmente, Matta es el único artista no mexicano que está en la lista de los diez récord de artistas latinoamericanos alcanzados en las subastas que realizan las casas Sotheby's y Christie's en mayo y noviembre de cada año. Su récord, de 2,6 millones de dólares, lo logró en 1999 por la venta de su pintura Los desastres del misticismo (1942), en Sotheby's.
Este "top ten", que incluye a Rivera, Tamayo y José María Velasco, la encabeza una mujer, Frida Kahlo, por su obra Autorretrato (1929), vendida en cinco millones de dólares en el año 2000, en Sotheby's. Kahlo también posee el segundo mejor precio de venta de una obra de arte latinoamericano, de 3,1 millones de dólares, por su obra Autorretrato con chango y loro (1942), alcanzado en una subasta de Sotheby's en 1995.
Para la venta de mayo de este año, Sotheby's ofrecerá una obra de Kahlo que nunca ha salido a subasta y que, de venderse dentro o por encima del estimado de cinco a siete millones de dólares, podría superar tanto el récord de la artista como el de una obra de arte latinoamericano en una subasta. Titulada Raíces (1943), la pintura muestra a la artista reclinada en un paisaje estéril y rocoso, echando al suelo raíces que salen de su torso y de las que fluye su sangre como símbolo de vida. "Es uno de los pocos autorretratos de Kahlo de cuerpo entero que aún sobreviven y fue realizado tras su reencuentro con Rivera, un período en el que la artista hizo sus obras más acabadas y maduras. Es un excelente ejemplo de la gran introspección y belleza de su obra", explica Melián.
La obra de Kahlo se pone en venta junto a las de otras artistas surrealistas, Leonora Carrington y Remedios Varo, mientras que la selección de obras cinéticas incluirá a Julio Le Parc, Soto, Tomasello, Cruz-Diez y, por primera vez en una subasta, la argentina Marta Boto. Los expertos vaticinan que la fortaleza del mercado del arte latinoamericano se sostendrá con el tiempo. Según Garza "el potencial es enorme" y "cada vez más coleccionistas de EEUU, Europa y Asia estarán volteando sus ojos hacia Latinoamérica", mientras que para Tovar, el mercado "está apenas al diez por ciento de lo que va a ser, hay artistas de calidad y cada vez más coleccionistas nuevos, sobre todo de EEUU". (*) Corresponsal senior en Nueva York de la revista Arte al Día Internacional.
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